Debe de ser cosa del verano a punto de finalizar pero, la verdad, es que las últimas recetas son ideales para disfrutar del suave clima pre-otoñal y dejar los calores y labores de cocina para los días más cortos y fríos que comienzan a vislumbrarse a pocas hojas de calendario. Además, ¿a quién no le apetece un buen pollo asado crujiente y juguso en estos días marcados por el retorno a la rutina?. Y como lo bueno si fácil y breve es dos veces bueno, vamos con los pocos ingredientes que vamos a necesitar para elaborar esta receta;

  • Un buen Pollo de campo troceado o, en su defecto, 4 alas y 4 muslos de pollo de corral.
  • Un buen puñado de «Chapelure» o pan rallado grueso –que podemos preparar nosotros mismo desmenuzando unos biscotes-.
  • Medio vaso de Vino blanco.
  • Un par de ramitas de Tomillo.
  • Aceite de Oliva Virgen Extra.
  • Sal y Pimienta al gusto.
  • Opcionalmente podemos añadir unos champiñones, patatas troceadas, etc.

Para comenzar, precalentamos el horno a 160ºC. Fondeamos una fuente de horno con un hilo generoso de aceite de oliva y, sobre él colocamos los trozos del pollo. Salpimentamos, incorporamos el vino blanco y los acompañamientos opcionales -si los hubiera-, aromatizamos con el tomillo y, finalmente, cubrimos los trozos del pollo con el pan rallado grueso. Al horno.

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El secreto de la receta no es otro que conseguir que el exterior del asado resulte crujiente mientras que el interior mantenga su sabor y textura melosa. Para ello asaremos el pollo a media temperatura -160ºC- durante unos 90 minutos, vigilando que al final de la misma que quede algo de líquido en el fondo de la fuente, añadiendo -si fuera necesario- un poco de agua.

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Una vez transcurrido el tiempo, el resultado ha de ser un pollo «costrado» y crujiente por fuera y jugoso por dentro. Una delicia para todos que, además, resulta sencillísimo de preparar. Que ustedes los disfruten y… bon appétit!