Amanece sobre un pequeño viñedo en Puisseguin-saint-émilion, cerca de Lussac | Burdeos | Francia
Bien cierto es que de todo hay en la viña del Señor. Y no es menos cierto que, en estas fechas pre-navideñas, lo que en ellas abunda es la paz y la calma del merecido descanso tras habernos brindado lo mejor de su savia, sus frutos, su clima y su tierra. Una paz latente, casi mortecina, rota únicamente por el ir y venir de los viticultores que apuran las podas mientras empujan los carritos en los que queman los secos sarmientos, último tributo de calor que proporciona la viña. Y por los cazadores, rebuscando entre sus pies las temerosas y huidizas aves que, tal vez, sirvan para acompañar los guisos, las fiestas y los vinos de este mismo lugar.
Un lugar llamado Puisseguin-saint-émilion. Unas viñas llamadas Merlot –las uvas de los mirlos-. Unas fiestas llamadas de Navidad. Un tiempo ya pasado que retorna con cada vuelta que damos al sol, al vino en su copa, a los asados en el horno y, en definitiva, a las páginas de nuestra vida. Es diciembre y vuelve la Navidad… {e la primavera intanto tarda ad arrivare}.
Etiquetado:Fotografía, Vino
Que bien descrito, quiero tu libro jejeje, a mi me gusta el olor que se desprende de la quema de ramitas cuando podan las viñas. besos
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Muchísimas gracias Maribel! Te prometo que si alguna vez ven la luz, tienes uno dedicado 😉 Besitos con retraso!
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