Vamos con todo un clásico de la cocina vizcaína –o bizkaina– y vasca por extensión. Una receta tradicional, realmente sencilla de preparación y de un sabor tan intenso como elegante. Ya que se trata de una receta tradicional –está documentada desde hace más de doscientos años– existen prácticamente tantas versiones de ella como cocineros la practican. Y en todas y cada una de ellas ha de haber tres ingredientes indispensables y que son los que le confieren su auténtico carácter y sabor; el bacalao –obviamente-, la cebolla y el pimiento choricero. ¿Y el tomate?. Veamos.

Según la mayoría de los expertos cocineros y escritores vizcaínos –perdón, bizkainos-, auténticos conocedores y garantes de la integridad de la receta, la respuesta es clara: jamás de los jamases. Sin embargo, no deja de resultar curioso que cuando esta misma receta –o salsa– se aplica a otros productos –como callos, manitas o caracoles– sí se abogue por la incorporación del tomate. También resulta sorprendente que este mismo ingrediente aparezca en innumerables recetas de grandes escritores y gastrónomos de los últimos siglos. ¿Quién sabe y cuál es la verdadera versión? Para gustos están los colores –y mi opinión sobre el particular, en la lista de ingredientes-.
- Dos Lomos de Bacalao seco de unos 400 gramos cada uno.
- Un kilo de Cebolla Blanca –o morada, al gusto-.
- Ocho Pimientos Choriceros –o unos 130 gramos de pulpa o carne natural y envasada de calidad-.
- Un trozo de Hueso de Jamón.
- Una Pimienta Cayena –o Guindilla-.
- Unos 600 centilitros de Aceite de Oliva Virgen Extra.
- Cuatro dientes de Ajo.
- Dos Galletas María Fontaneda –o un trozo de pan seco y tostado-.
- Sal –al gusto y con moderación-.

Como siempre que trabajamos con bacalao seco y salado, la primera tarea a realizar es su desalado e hidratación. Mi sistema preferido consiste en lavarlo cuidadosamente para eliminar el exceso de sal exterior y mantenerlo en agua, a temperatura ambiente, durante 36 horas con cambio de agua cada 12 horas. Una vez finalizado el proceso lo secamos, envolvemos en un paño y reservamos en frío hasta el momento de su utilización.

Manos a la obra. Pelamos y cortamos las cebollas en juliana fina y las colocamos en una cazuela amplia junto con unos 200 mililitros de aceite de oliva, el hueso del jamón y la cayena. Acercamos al fuego -fuerte al principio y muy bajo a continuación– y dejamos que se vaya pochando muy despacio, sin que apenas tome color y removiendo de vez en cuando, durante una hora aproximadamente. Mientras tanto limpiamos los pimientos choriceros retirando los rabos y las pepitas e hidratamos hirviéndolos un par de veces y durante unos segundos en abundante agua. Finalmente extraemos la carne con la ayuda de una cuchara y reservamos.

Una vez bien pochada la cebolla retiramos el hueso e incorporamos la carne de los pimientos, un vaso de su agua de cocción, las dos galletas María –o el pan seco– y dejamos cocer el conjunto unos 15 minutos más. Finalmente, trituramos la mezcla con la batidora, añadimos y comprobamos el punto de sal y levantamos la salsa –volvemos a hervirla para extraer las burbujas de aire producidas al batir– y reservamos.

Vamos con el bacalao. Calentamos en una olla pequeña el aceite de oliva restante –ha de ser suficiente como para cubrir el bacalao– junto con los dientes de ajo partidos por la mitad. Una vez éstos adquieran un bonito color dorado los retiramos y apartamos el aceite del calor dejando que la temperatura baje hasta unos 65ºC. Cortamos cada lomo en cuatro porciones iguales y las vamos introduciendo en el aceite durante unos 8 ó 10 minutos en función de su grosor. Es fundamental mantener la temperatura del aceite estabilizada a fin de conseguir un perfecto confitado de los tacos de bacalao –es preferible, además de contar con un termómetro fiable, confitar por tandas a fin de que la temperatura no descienda bruscamente-. Una vez estén al punto –las láminas habrán de abrirse hasta el interior sin apenas resistencia– reservamos en una fuente hasta el momento de emplatar.

Para terminar colocamos los tacos –junto con los líquidos que hayan liberado tras el confitado– en la cazuela donde tenemos la salsa. Damos un ligero hervor –un par de minutos es suficiente– para mezclar los sabores y aromas y la receta está lista para ser degustada. Podemos optar por presentar la cazuela en la mesa y servir directamente de ella o emplatar raciones individuales. En este caso colocamos un par de cucharadas de salsa en el base del plato y, sobre ella, depositamos un taco de bacalao. Terminamos con uno de los medios dientes de ajo y acompañamos –en este caso– con unas chips de yuca y orégano. La receta está lista para ser degustada y disfrutada. El armonioso maridaje entre la acidez seca y profunda de los pimientos, el dulzor sedoso de la cebolla y el punto salino y fibroso del bacalao hacen de esta receta un verdadero deleite difícilmente descriptible e inigualable. Que ustedes lo disfruten y, como siempre… Bon appétit!
Te dejo un premio por aqui =) https://consabormexicano.wordpress.com/ Saludos
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Muchísimas gracias Merecedes. Aunque no soy amigo de este tipo de nominaciones aprecio profunda y sinceramente que os acordéis de mi y mi pequeño espacio. Solo por ello os merecéis todas las nominaciones que os hacen llegar y que tan generosamente nos ofrecéis. De verdad; muchísimas gracias de nuevo y un fuerte abrazo!
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Lo importante es que los demás pensemos que eres acreedor a ellas, yo así lo creo Un abrazo.
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Como me gustan estas grandes recetas, son elementales. Gracias por regalarnos semejante tesoro culinario, lo de las galletas a mi también me ha sorprendido. Un abrazo compi 😉
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Jajaja! Muchas gracias! La verdad es que lo de las galletas, además de tener su lógica, no deja de ser curioso 😉 Otro abrazo compi!
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Precisamente ahora estoy secando pimientos que compré hace poco.
En cuanto estén listos, haré la receta ya que jamás la he hecho en casaa pesar de lo que me gusta.
Saludos
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Jejeje! Yo también tengo un par de ristras secándose para el invierno que viene 😉 Muchas gracias y no dejes de contarnos qué tal ha ido. +saludos!
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Que puedo decir, que me encanta yessss, y nunca la he preparado, tengo que encontrar unos buenos lomos de bacalao, lo haces parece todo tan facil pero tiene su truquillo y esa mano que tienes para la cocina ummm xDD
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Muchas gracias Maribel! Busca un par de lomos ricos, prepara la salsa y la receta y acompáñala con un buen trozo de pan para untar –fundamental-, una botella de vino para acompañar y… éxito asegurado 😉 Que de verdad es una receta tan sencilla como agradecida. Muchas gracias y besitos!
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xDD
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Por las tierras medias, el bacalao a la bizcaina (sí, lo he llegado a leer así, junto a los «chatos de txakolí» -con acento en la í- en una carta de una supuesta taberna vasca con serios problemas de identidad) se hace por norma con tomate. Jamás lo entenderé, pero es así. Pides bizkaina y te sacan bacalao con tomate, en fin.
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Me hace bastante gracia –por decir algo– lo de las presuntas tabernas vasca que desde hace unos años florecen un poco por todas partes. Me he atrevido a visitar un par de ellas –Barcelona, Sevilla– y una vez liberadas del folclore –también presuntamente vasco– lo que ofrecen poco tiene que ver con lo se puede disfrutar en las barras más normalitas de una de nuestros bares y tabernas. Cuanto mal hacen algunas películas mal interpretadas!. Ahora bien, lo del chato de txakolí, me lo apunto para mi próxima visita a la Parte Vieja Donostiarra. A ver de cuantos bares me sacan a boinazos 🙂 Y lo del tomate en la Bizkaina, pues eso, como una paella con tofu; tal vez no sea mala idea pero, desde luego, no es la idea. Muchas gracias Ana!
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Salibando me has dejado, como siempre. ¡Menudo bacalao! Una receta muy tradicional, pero eso de que es sencillo…. no estoy de acuerdo.
Ahora bien, ese plato no te ha podido quedar mejor, ¡me comía un pedacito ya mismo!.
Besos.
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Muchas gracias Carmen pero, de verdad que es muy sencilla; pochar unas cebollas, añadir la carne del pimiento, confitar –o sofreír suavemente– el bacalao, juntar todo, dar un hervor y listo 😉 Y de verdad que el resultado merece la pena. Anímate y nos cuentas. Gracias de nuevo y besitos!
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Riquísimo. Me la guardo, porque me encanta el bacalao, y, con la de veces que he oído de esta receta, aún no la he probado.
Ahora ya no tengo excusa.
Besitos 🙂
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Anímate Mònica, que es una de las recetas que merecen la pena preparar por lo sencilla que es su elaboración y lo espectacular de su resultado. La combinación entre el dulzor de la cebolla, la profundidad seca de la carne de pimiento y el sabor marino del bacalao es, sencillamente, memorable 😉 Además, ya no tienes excusas! Gracias y de nuevo y besitos!
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¡Madre mía, Antxon! Esta receta es para quitarse el sombrero. ESPECTACULAR. Y lo de utilizar las galletas María si que me ha sorprendido 😀
Un abrazo!!
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Muchas gracias Alberto! Es una receta estupenda, de las que merece la pena practicar y conservar y que, además, resulta bastante sencilla de elaborar. Lo de utilizar las galletas tiene su explicación, ya que además de ayudar a trabar la salsa, son más fáciles de desmenuzar que el pan duro. Y tratándose de una receta tradicional de las sociedades gastronómicas, en las que siempre ha habido galletas para preparar postres rápidos y consistentes –natillas, arroz con leche, etc.– 😉 Gracias de nuevo y un abrazo!
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