Esto del retorno a la vida y actividad «normal» no tiene por qué ser aburrido. Como tampoco tiene que serlo el necesario reajuste dietético destinado a hacernos olvidar los excesos –ligeros o no tanto– propiciados por las mesas y sobremesas de estas fechas navideñas y de inicio de año –por no citar otros eventos como los días de santo Tomás, Reyes, san Sebastián y cumpleaños varios-. Sin comentarios.

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Así que vamos con una ligera ensalada templada a base de judías verdes planas –vainas que se llaman por estas tierra-, zanahorias y patatas que aliñaremos, a la hora de servir, con una salsa templada dulce y picante -sweet & spicy– y que aportará un punto de alegría a verduras, tubérculos y comensales. Terminaremos la receta coronándola con un huevo mollet, capaz de convertir esta sencilla ensalada en un completo, ligero y sabroso plato único.

En esta receta es fundamental ajuste entre los diferentes sabores, que ha de ser armónico para no enmascarar en exceso el sabor de los vegetales y, al mismo tiempo, adecuado a nuestros gustos. Habrá quien prefiera que predomine sabor dulce, el salado o el picante y, para ello, nada mejor que ir probando la salsa y rectificándola a nuestro gusto a medida que vamos cocinando –esto es tan obvio como importante-. Vamos con los ingredientes.

  • Medio kilo de Judías Verdes planas y frescas –también las hay congeladas de muy buena calidad y durante todo el año-.
  • Un par de Patatas medianas.
  • Tres Zanahorias medianas.
  • Una Cebolla Blanca.
  • Un par de dientes de Ajo.
  • Una pizca de Tomillo.
  • Una cucharadita de Harina.
  • Media docena de Anchoas en aceite de oliva –al gusto-.
  • Una cucharada rasa de Piment d’Espelette o una Pimienta Cayena -al gusto-.
  • Un par de cucharas de Tomate Ketchupal gusto-.
  • Aceite de Oliva Virgen Extra.
  • Sal –al gusto y con moderación-.
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Comenzamos por limpiar y trocear las judías, retirando las puntas y los nervios laterales –hilos-. Limpiamos, pelamos y troceamos las patatas y las zanahorias en forma de bastón de tamaña similar y, finalmente, cocemos todos los vegetales en agua hirviendo ligeramente salada durante unos 20 minutos –mejor un poco al dente que blandos-. Escurrimos, colamos y reservamos el caldo de la cocción y los vegetales por separado y a temperatura ambiente.

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Vamos con la salsa. Picamos finamente la cebolla y los dientes de ajo y los pochamos en un poco de aceite de oliva hasta que comiencen a volverse transparentes –sin que tomen color-. Añadimos las anchoas y removemos hasta que se deshagan. Incorporamos el tomillo, la cucharadita de harina, removemos bien y dejamos cocer durante un par de minutos. Mojamos con el caldo de cocción de los vegetales hasta obtener una salsa homogénea y ligeramente fluida –podemos ajustar el punto añadiendo más o menos caldo-. Agregamos el Pimiento de Espelette o la cayena y el tomate Ketchup. Volvemos a mezclar bien y mantenemos al calor bajo y cuidando que no espese demasiado –podemos seguir añadiendo caldo poco a poco si fuera necesario-.

Momentos antes de servir llevamos ebullición agua abundantemente salada y en ella cocemos los huevos durante cinco minutos. Una vez transcurrido el tiempo los pasamos por agua fría a fin de cortar la cocción lo más rápidamente posible, los pelamos con cuidado y nos preparamos para emplatar.

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Repartimos en unos boles de mesa –o platos hondos– las verduras y salseamos con un par de cucharadas de salsa dulce y picante templada en cantidad al gusto de cada comensal. Finamente rematamos el plato con un huevo mollet que cada cual se encargará de partir y disfrutar. Añadimos un hilo de aceite de oliva y salpimentamos –con moderación-. El huevo, además de completar el plato, aporta una cremosidad complementaria ideal y el contraste entre las verduras y los sabores combinados de la salsa. Un plato sencillo, reconfortante y distinto. Espero que ustedes lo disfruten y, como siempre… bon appétit!