Morimur

The Hilliard Ensemble & Christoph Poppen  / Morimur

Morimur es el título de mi propuesta para disfrutar de dos autores únicos. Es, además, un trabajo fascinante que combina la Partita para violin Nº2 en re menor –BWV1004– del inconmensurable Johan Sebastian Bach con diversas partes vocales. El espíritu del trabajo, su génesis, se basa en la teoría según la cual la parte final de la Partita –la Chacona, danza en tres tiempos de origen hispanoamericano– fue escrita en memoria de su esposa María Bárbara, muerta en 1720, e incluye himnos ocultos luteranos que la convierten en un verdadero enigma. Para refrendar esta teoría The Hilliard Ensembleuno uno de los más exquisitos grupos vocales de cámara – incide en el aire de lamento tanto vocal como instrumental –correctamente interpretado por el violinista alemán Christoph Poppen–, llegando a fusionar ambos aspectos a lo largo de toda la obra y, particularmente, en la sorprendente recreación de la Chacona para violin y cuatro voces que cierra el trabajo.
Johannes Brahms escribió acerca de esta misma obra: “La chacona BWV 1004 es, en mi opinión, una de las más maravillosas y misteriosas obras de la historia de la música. Adaptando la técnica a un pequeño instrumento, un hombre describe un completo mundo con los pensamientos más profundos y los sentimientos más poderosos. Si yo pudiese imaginarme a mí mismo escribiendo, o incluso concibiendo tal obra, estoy seguro de que la excitación extrema y la tensión emocional me volverían loco.”
Según la desgraciadamente desaparecida revista Goldbergsino la mejor, al menos la más hermosa de las revistas de música antigua-, “Morimur es otro disco de fascinante concepción, que atraerá la atención de los aficionados a la música antigua y de los seguidores de la new age”. En definitiva, “un oportuno bálsamo sonoro para nuestras almas en este inquieto siglo XXI, y merece la pena prestarle atención”. Que ustedes lo disfruten.


Eternity

Eleni Karaindrou / Eternity and a Day

Menos es más. Esta es una lección aprendida y olvidada, descubierta y redescubierta en los más dispares ámbitos de la vida profesional y personal. Menos, en este caso, puede consistir en mirar más y hablar menos, en escuchar más y protagonizar menos o, como en este caso, en hacer de unas pocas horas toda una eternidad. La historia es muy simple y se repite cíclicamente tanto en la literatura como en el cine; las horas, o las últimas horas de o con -Leopold Bloom, Mrs. Dalloway, Boris Grushenko…-. Hoy quisiera hablar de un nuevo personaje que, además de moverse en este asfixiante universo microtemporal, palpita bajo el doble registro de cine y música. Su nombre es Alexandros y la historia lleva por nombre “La eternidad y un día” -Eternity and a day-.

En Tesalónica, Grecia, Alexandros es un poeta en estado terminal cuya hospitalización -y muerte- son inminentes. En sus últimas 24 horas, el protagonista se enfrenta a los antagónicos pasado y presente, vida y muerte, esperanza y desesperanza. Luces y las sombras que quedan definitivamente esculpidas frente al “viaje final” -el gran viaje, el único viaje- por la aparición en escena de un pequeño refugiado albanés a quien Alexandros decide dar la vida llevándolo de vuelta a su país de origen… El responsable de esta emotiva cinta es el director griego Theo Angelopoulos quien confió la banda sonora a Eleni Karaindrou en la que sería su sexta colaboración.

Como no podría ser menos, los sonidos de esta “Eternidad y un día” son también mínimos, elocuentes y cautivadores. La estructura de la obra se basa en variaciones sistemática del tema principal, “Eternity Theme”, una sorprendente mazurka. A partir de esta base y a través de los diferentes registros, variaciones e instrumentaciones se construye por oposición todo un universo sonoro de matices que abarcan desde los solos instrumentales -“By the sea”, que no deja de ser sino otra variación- a cortes de carácter sinfónico -“Variation I”-, camerísticos -“Trio and Eternity Theme”- o marcadamente étnicos -“Wedding Dance”- y sin olvidarnos de un recitativo del poeta.

De esta manera y poco a poco, tras varias escuchas, la música va llenando los huecos y silencios que una primera aproximación parecía dejar. No en vano su título es su mejor presentación, una eternidad contada en un día o, más concretamente en cuarenta y seis minutos de pura reflexión y relax.

Para terminar hay que señalar que esta no es una “original soundtrack” sino que la composición ha sido adaptada al formato de “solo música” por el productor –y fundador- de ECM -otra discográfica ante la que descubrirse- Manfred Eicher. Que ustedes lo disfruten.


GkremerSil

Gidon Kremer / Silencio

Apostemos. Si comienzo este apunte diciendo que va a tratar de “música culta del siglo XX«, que habla de piezas de Philip Glass, Vladimir Martynov o Arvo Pärt y de interpretaciones inenarrables de un afamado violinista y sus músicos de cámara, pocos van a seguir más allá de este punto. Y es una lástima, porque lo que en estos días estamos disfrutando no solo es una verdadera joya sino de uno de los más puros y cristalinos diamantes musicales que he tenido la oportunidad de descubrir y disfrutar en los últimos tiempos. Paso a los más osados.

Bajo el sugerente título de “Silencio”, Gidon Kremer y su Kremerata Baltica nos proponen un breve e intenso recorrido por algunos de estos músicos y músicas incalificables, como hijas e hijos del siglo XX que son. Y como tales no deja de resultar sorprendente su uniforme luminosidad a la hora de evocar sensaciones a partir de principios compositivos –o creativos– tan dispares como pueden ser el minimalismo, el diatonismo o un edulcorado neo-romanticismo. Así, y a través del omnipresente violín de Kremer –un Guarnieri dal Gesù de 1.730– , podemos descubrir la soledad y el amor, la angustia y la esperanza, la alegría y la tristeza. Sentimientos todos ellos matizados por el conjunto de cuerda –cuerdas sobre cuerdas, llantos sobre llantos– que cumple a la perfección la tarea de ilustrar y matizar a base de fondos y capas tan mínimas como imprescindibles.

La obras se abre con la intensa “Tabula rasa” de Arvo Pärt, compositor estonio nacido en 1935. Es una obra de las consideradas “mayores” del autor y en lo que a este trabajo se refiere es, a mi entender, el verdadero “plat de résistence” o plato fuerte. Compuesta en 1977, está dedicado al propio Kremer, a la violinista Tatjana Grindenko y al director Eri Klastodos ellos presentes en esta grabación-. La pieza está compuesta por dos movimientos tan heterogéneos como complementarios; un sugerente primer movimiento rítmico seguido de un segundo “largo” e intimista, en el que el silencio, los silencios –“aquello que suena cuando la música calla en palabras del propio Kremer– añaden una profundidad tan fría y lejana como notoria. Una pieza que se merece –y necesita– más de una escucha.

La segunda pieza del programa es el Cuarteto de Cuerda Nº 2 “Company de Philip Glass. En esta ocasión, el cuarteto –del que el Kronos Quartet tiene grabado otra espléndida versión– se expande para adecuarse a las características de la Kremerata Baltica, ganando en profundidad y, tal vez, perdiendo algo de intimismo. Para los amantes de Glass, es un Glass puro; circular, especulativo, poderoso, etéreo y mínimo. Para los no tan adeptos, son sólo ocho minutos, divididos en cuatro movimientos y, tal vez, una ocasión ideal para reintentar sus delicias en miniatura. Delicioso movimiento a movimiento, bocado a bocado, sorbo a sorbo.

La tercera pieza es la más sorprendente por su transgresión estilística; ¿Romanticismo sinfónico en 1988?. Veamos. En palabras del autor, Vladimir Martynov; “…la puerta hacia el cielo está en nuestros propios corazones y podemos entrar en ella a través de nuestra alma. Toda nuestra vida no es más que un intento por descubrir esta maravillosa entrada. Nuestro única tarea es llamar a esta misteriosa puerta. Y todas nuestras esperanzas se centran en escuchar una voz que responda; “Adelante.

Come in!” –adelante, pase o entre– es el título de esta delicia en seis movimientos –seis variaciones más exactamente-. Sorprendente, dolorosamente sensible, romántica, tierna y tal vez tramposa, pero capaz de anudarnos el estómago y, por qué no, el alma. Y todo ello con sólo dos violines solistas despuntando levemente sobre una suave cama de cuerdas, el reiterativo llamar “metronómico” a la puerta de nuestra sensibilidad y una tan inaudible como ineludible ineludible celesta –piano de percusión sobre metal-. Una pieza de obligada escucha para todos aquellos que creemos que la música es algo más que cadencias sonoras. El disfrute es inseparable de su escucha y ésta, afortunadamente, crea adicción.

Para acabar el trabajo nos encontramos con un nuevo y brevísimo corte de Arvo Pärt, tal vez el contrapunto perfecto al fatídico endulzamiento de la pieza anterior y el recordatorio de que la vida puede ser bella, pero solo entre otras muchas otras opciones. “Darf ich…” –algo así como “Puedo…?”- es un grito, lamento tal vez, lanzado contra una inmensidad solitaria o tal vez contra nosotros mismos. Violines en notas imposibles, campanas y ritmo de adagio en un íntimo y espléndido cierre para una soberbia compilación de músicos de –no lo olvidemos– nuestra propia era.

No me resisto a cerrar este comentario o recomendación sin anotar un brevísimo y bello apunte sobre la música –ésta y todas las verdaderas músicas– extraído de la ópera “L’orfeo” de Claudio Monteverdi, de la que hace poco celebramos los 400 años de su primera representación; “Io la Musica son, ch’ai dolci accenti / so far tranquillo ogni turbato core, / ed or di nobil ira ed or d’amore / poss’infiammar le più gelate menti” –Yo soy la Música, que con dulces acentos / sé tranquilizar al corazón turbado / y de noble ira o de amor / puedo inflamar las mentes más heladas-. Que ustedes lo disfruten.


PGimes

Benjamin Britten / Peter Grimes

Peter Grimes es, sin duda una de las más fascinantes óperas compuestas en el siglo XX. Y es, además obra de uno de los grandes compositores del siglo pasado; el británico Benjamin Britten. Un grandísimo artista tan sutilmente alejado de las corrientes más innovadoras de la música contemporánea como próximo a los grandes del “fin de siècle”Mahler, Bruckner– o de comienzos del XX –Stravinsky, Shostakovich-. Motivos y nombres todos ellos suficientes para formar parte de mi selección de grandes y adorados músicos.

Por primera vez apunto un comentario sobre una ópera y creo que esta obra es una excelente manera de abrir las puertas de este pequeño espacio gastronómico a las historias cantadas y musicadas.

Peter Grimes es la trágica y oscura historia de un huraño marino que tiene la mala costumbre de “perder» a sus grumetes en alta mar por lo que se le prohíbe contratar y pescar en compañía ningún otro joven. A pesar de ello, Peter se hace con los servicios de un nuevo joven, quien tras ser maltratado por él –hecho descubierto por la amante del huraño pescador– fallece en un trágico accidente.Ante la imposibilidad de escapar de la furia de los habitantes del pueblo –y aconsejado por un amigo– Peter decide hundirse definitivamente junto con su barca en alta mar.

Puede que una parte de la compleja vida sentimental del autor sirviera de base para esta maravillosa obra, de imprescindible escucha. Más aún en la versión que os presento, dirigida por el propio autor y con su compañero sentimental –Peter Pears– en el papel del, al mismo tiempo, atractivo y repulsivo pescador perfectamente arropados por la Orquesta y Coros de la Royal Opera House de Covent Garden. Una pura delicia tan intensa y hermosa como violenta y dramática.


ytlabsente

Yann Tiersen / L’absente

Supongo que, como tantos otros,  llegue a la música de Yann TiersenBrest, Francia 1970– a través de sus bandas sonoras. Indagando sobre ellas, descubrí que estaban compuestas, básicamente, a base de retazos e ideas de otras composiciones y trabajos anteriores debidamente filtrados y reciclado; permanecía la esencia. Así pues, comencé a sumergirme en los universos minimalistas y post-folk de sorprendentes obras como «Tout est calme» –1999– o «Rue des cascades» –1996– para finalizar –momentáneamente– en la imprescindible L’absente2001– editada al mismo tiempo que universalmente reconocida banda sonora de «Le fabuleux destin d’Amélie Poulain«.

A estos primeros trabajos han seguido algunos otros francamente interesantes como «Les retrouvailles» o el último y complejo «Infinity«. Pero, en general, mi sensación y aprecio respecto a sus nuevas obras es inversamente proporcional a su tardío aprecio por formas y sonidos más estandarizados del rock, muy a pesar del apellido progresivo que cierta parte de la crítica se empeñe en desempolvar.

Es por ello que en estos últimos días hemos decidido volver a deleitarnos con la maravillosa –de principio a fin– L’absente –la ausencia-. Una obra plagada de guiños al minimalismo practicado desde los sonidos más básicos del post-floclore de ambiente canalla -«A quia», «Le retour», «Le jour d’avant»- o desde la profunda severidad de los instrumentos de cámara -«L’absente», «Qu’en reste-t-il?»- o la golosa y al mismo tiempo trágica y realista profundidad de la nouvelle chanson -«Les jours tristes», «Le Méridien»-.

Requiere una mención especial Bagatelle; una de las más hermosa, profundas y desoladoras canciones jamás compuestas y que cuenta con la imprescindible colaboración de otro grande: Dominique A. Un embriagante crescendo en tono menor y apoyado en un insistente ostinato de cuerda que, como una ola, nos traslada desde un enigmático principio -«Tiens, une petite voix me glisse quatre verités…«- hasta su desoladora conclusión -«Rien qui sache mieux qu’elle s’absenter«-. Simplemente perfecto.


talesofus

Goldfrapp / Tales of Us

Hablar de Goldfrapp es hablar de una de mis más confesas debilidades musicales. Es también hablar de una formación que disfruta convirtiendo en un continuo doble –triple, tal vez– salto mortal estilístico en cada uno de sus trabajos. Es, en definitiva, hablar de una personalísima y aparentemente frágil voz, de unas músicas fluctuantes, entre sutiles y contundentes, de unos arreglos tan delicados y, al mismo tiempo, exuberantes. Es el universo múltiple y único creado por Alison Goldfrapp y Will Gregory.

Los viajes son la mejor escuela. Y esto es lo que nos demuestra Golfrapp a lo largo de su carrera. Cada trabajo es diferente, cada etapa, un descubrimiento. Cada estilo lo hacen propio moldeándolo y adaptándolo a su imagen y sus capacidades. Nada desde los inicios de la formación con con el etéreo y nunca suficientemente bien valorado Felt Mountain –2.000– nos auguraba una carrera que se ha desarrollado entre los ritmos y silencios del Dark-Glam, el Synth-Pop, el seudo Pop-Folk, el sonido Disco de los 80 –reinterpretado 20 años después– y que nos ha hecho detenernos –al menos momentáneamente– en este espacio tan extenso como íntimo que es Tales of Us. Diez canciones que responden a nueve nombres propios –más un enigmático “extraño”– que se desgranan aparentemente sin solución de continuidad –al menos en una primera escucha– y que crean un intenso y dulzón poso de íntimo relax en el que sobresalen algunas auténticas gemas como son “Drew”, “Clay” o “Annabel”.

[Y, como lo mejor estaba por llegar, acaba de ser publicado la versión “Deluxe” que remata este trabajo con otros diez temas de la banda interpretados en directo -a modo de unplugged con grupo de cuerdas y viento- con motivo de la presentación de este último trabajo del grupo y los cinco vídeos oficiales del álbum]. Puro deleite.

 


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Malia / Yellow Daffodils

Vamos con una sugerencia absolutamente deliciosa muy rápidamente comentada –lo urgente no deja tiempo para lo importante-. Yellow daffodils de la artista angloafricana –de Malawi concretamenteMalia: una perfecta fusión de jazz clásico, electrónico, gospel, rhythm and blues y etnomusic apadrinada, en este su primer trabajo por viejos conocidos como son Erik Truffaz y André Manoukian.

Así, arropando estilos, influencias e idiomas, Malia nos transporta desde el intimismo de piezas jazz con acompañamiento clásico y desenlaces étnicos –Twinckling little star-, a la sensualidad –India Song-, el homenaje en forma de dueto virtual a la irrepetible Lady DaySolitude-, pasando por los ritmos más contemporáneos –Purple shoes, su primer single– o los turbadores narcisos amarillos –Yellow daffodils– que abren y titulan el trabajo.

De ella –y de este trabajo– escribió André Manoukian: “Malia es el sueño de cualquier compositor. Puede cantar cualquier estilo; jazz, soul, gospel… Hay algo de frágil y universal en su voz, un pudor y una inocencia que está más allá de cualquier técnica”. Nada mala recomendación para una carrera que así comenzaba hace ya unos años. Que ustedes lo disfruten.


loussierbar

Jacques Loussier Trio / Baroque Favorites

El trabajo que nos acompaña estos días es una obra bien conocida entre los (buenos) aficionados al jazz y a la música clásica. Jacques Loussier es gran pianista y compositor, ampliamente reconocido en el mundo del jazz y, universalmente famoso por sus “readaptaciones” de piezas clásicas a los nuevos ritmos del jazz. Sus piezas más conocidas parten de composiciones de Johann Sebastian Bach, Vivaldi, Debussy, Händel, etc. En todos estos casos es de destacar que la aportación de Jacques Loussier y su conjunto –Benoit Dunoyer de Segonzac al bajo y Andrè Arpino a la percusión– no se limita a teñir las composiciones clásicas de ritmos y sonidos jazz si no que realmente reinterpreta la composición dotándola de un nuevo y a menudo excepcional valor musical.

De entre su extenso catálogo de reinterpretaciones estos días de fría primavera nos acompaña un disco llamado sencillamente “Baroque Favorites” y que recoge piezas de sobra conocidas de este periodo musical: la “Sarabande” de la Suite Nº 11 de Händel, pieza fundamental del universo escénico-musical del Barry Lyndon de Kubrick. O la majestuosa “Sonnerie de Sante Geneviève du Mont” de Marin Marais –otra vez– reconvertida en un reflejo atemporal del fabuloso y atípico “Take Five” de Dave Brubeck -otro clásico en su género-. O la sutileza del “Ombra mai fu” de la ópera Xerses -Jerjes- también de Händel y que tanto nos gusta. O el famoso “Canon” de Johann Pachelbel, o el polémico “Adagio” de Tomaso Albinoni. En definitiva, un álbum 10, tanto para quienes somos aficionados a estos dos estilos ahora fusionados, como para el resto. Delicioso.


mmarais

Lorenz Duftschmid, Thomas C. Boysen, Johannes Hämmerle / Marin Marais: Pièces de Caractère

Damos un salto atrás en el tiempo para poder, por fin, disfrutar de la suavidad de la primavera musical. Marin Marais –1656/1728– fue un compositor e intérprete esencial en el barroco francés –conocido y reconocido principalmente por la estupenda película “Tous les matins du Monde”– así como en la escritura de música para un instrumento hoy afortunadamente recuperado tras casi dos siglos perdido en el olvido; la viola da gamba.

De entre sus muchas piezas musicales escritas para este instrumento y que componente este excelente trabajo titulado Pièces de Caractère, hay una que me llama particularmente la atención por su sobria belleza y contemporaneidad,  la llamada “Le badinage” –la broma-, perteneciente a su 4º libro de piezas para viola. Una pieza breve, cuyo tono entre íntimo y grave parece querer mostrarnos más al objeto de la broma que al sujeto que la provoca. Tal vez si contemplamos la azarosa y compleja vida social y laboral de quién fue durante muchos años músico de la corte de Luis XIV, con sus camarillas, conversaciones de pasillo, pelucas y sutiles puñaladas, podamos acercarnos a esta perspectiva de la composición. Tal vez.

Acompañan a esta pieza otras sutilezas sonoras –no en vano viene a ser una forma de Trío para Cuerdas y Teclado– con nombres tan sugerentes como «Marche Tartare» –Marcha Tártara-, «La Reveuse» –La Soñadora-, «Fête Champêtre» –Fiesta Campestre– o «Labyrinthe» –El Laberinto-, y está está interpretada por Lorenz DuftschmidViola da Gamba-, Thomas C. BoysenTiorba y guitarra barroca– y  Johannes HämmerleClavicémbalo-. El trabajo está  editado en el sello alemán CPO y es, como las citadas piezas, una verdadera delicia. Pura suavidad y dulzura primaveral.


martinu

Jirí Belohlávek, Isabelle Faust, Cedric Tiberghien & The Prague Philharmonia / Martinu: Violin Concerto Nº2

En estos días pre-pascuales nos acompaña un tímido y prolífico compositor de nuestra era que viene a cerrar, al menos momentáneamente, la lista de grandes compositores de la República Checa; Smetana, Dvorak, Janacek y, finalmente, Bohuslav Martinu (1890/1959). Fue Martinu un viajero de necesidad, tanto en lo físico como en lo artístico. Guerras, invasiones y emigraciones forzosas están presentes en el dubitativo estilo, modos e influencias de este autor del pasado siglo XX musical, quien, a pesar de ello, mantiene un continuo referente; los aires musicales y vitales populares que subyacen –tímidamente unas veces, enérgicamente otras- a lo largo de toda una obra y de toda una vida.

En su extensa carrera, Martinu compuso cerca de 400 obras entre las que se incluyen seis sinfonías, una docena de óperas –algunas estrenadas con gran éxito– y una innumerable colección de piezas de cámara y melodías que se debaten entre los neos –clasicismo y barroco principalmente-, las corrientes innovadoras del siglo pasado y su constante y sutil folclorismo revisitado.

El trabajo que nos acompaña recoge tres interesantísimas piezas; su Concierto para Violín y Orquesta Nº2, su Serenata para Cuerdas Nº2 y la inquietante, enérgica y colorista Tocata y dos canciones para cuerda, viento y piano obligado en la que persisten el lamento y la tristeza de una guerra aún cercana y en la que la voz del piano inicia frases brillantes que la mayoría de la veces acaban engullidas por la orquesta. Una obra tan dulce como amarga, llena de sentido y sentimiento y que puede servir de preámbulo y carta de presentación para descubrir –o redescubrir– a este magnífico autor.


olias

Jon Anderson: Olias of Sunhillow

La propuesta musical que nos acompaña estos últimos días es fruto de un feliz reencuentro propiciado por la fortuna o, para ser más exactos, capacidad aleatoria de iTunes. Creo recordar que escuché y compré este disco por primera vez a finales de la década de los 70 y que, en aquel momento, no dejó de parecerme una mera curiosidad, por no decir una banalidad, de su autor.

Jon Anderson, básicamente conocido por haber sido la voz, santo y seña del grupo de rock progresivo -o sinfónico- Yes en su época más gloriosa –y en otras que no tanto- escribió, compuso e interpretó absolutamente todo en este Olias of Sunhillow (1976). Partiendo de una historia propia –acerca de los habitantes de un planeta que deciden huir ante la inminente desaparición del mismo- se desarrolla una historia entre mística y parabólica acerca del ser humano y su devenir –muy en la onda de su autor-.

Pero, dejando a un lado planteamientos filosóficos y centrándonos en los aspectos musicales de la obra, he de reconocer que, a día de hoy, unos 35 años después de su publicación, me ha sorprendido y muy gratamente. Hay ritmo, melodía, armonías y variedad, mucha variedad, descriptiva. Unas veces apoyada en unos ritmos que hoy definiríamos como «world music», otras en la [las] voces, multiplicadas en capas hasta el infinito, o en los sobrecogedores silencios, una soberbia ayuda para comprender el devenir de una historia sin necesidad conocer su parte literaria. Como decía al principio, un feliz y más que interesante redescubrimiento.


tarantella

L’Arpeggiata – Christina Pluhar: La Tarantella – Antidotum Tarantulæ

Bajo el sugerente título de “La Tarantella / Antidotum Tarantulæ” -La tarantela, antídoto contra las tarántulas- la multinstrumentista austriaca Christina Pluhar impecablemente acompañada por las voces de Lucilla Galeazzi, Marco Beasley y Alfio Antico y su agrupación L’Arpeggiata, nos acerca musicalmente a la tradicional creencia según la cual, la picadura de la tarántula se curaba con una convulsa mezcla de ritmos in crescendo, alcohol y baile -es decir con, con una Tarantela-. Tan es así que «…la Junta Gubernamental de Medicina, en 1875, llego a reconocer los poderes curativos de la tarantela y animaba a los músicos para que la hicieran sonar».

Y como muestra de todo ello, de los diferentes estados de exaltación y los ritmos en los que éstos se reflejan, nos propone un viaje curativo que abarca tanto la música renacentista como el folk tradicional -nada de world ni new age music-, las baladas más reposadas con los ritmos más frenéticos o las voces populares siempre bajo la transparencia acústica de las cuerdas, vientos y percusiones.

Partiendo de los textos que popularizaron la leyenda, podemos repasar la sintomatología rítmica completa del “Antidotum Tarantulæ”, desde las baladas en primera persona -“La Carpinese”, “Lamento dei mendicanti” o “Lu Passariellu”– pasando por los medios tiempos -«Tarentella del Gargano”, “Tarantella italiana” o “Lu povero ‘Ntonuccio”– para acabar desembocando en el frenesí más absoluto -“Tarantella calabrese”, “Luna Lunedda” o “Pizzicarella mia”- en una especie de «perpetuum mobile» basado en una sabia mezcla de empujes y desaceleraciones que terminarán por expulsar los venenos más amargos de nuestros cuerpos. O, al menos, esa es la intención de este viaje curativo recomendado para  mentes cansadas del “más de lo mismo”que habitualmente nos abruma.


divenire

Ludovico Einaudi: Divenire

La banda sonora para estos infames días del más crudo y ventoso invierno nos lleva por el camino de la ensoñación melódica, la ligereza rítmica y, quizás, de la mística musical de los estados del alma. El aire, el éter y todo lo no corpóreo. “Divenire-2.006- es un excelente trabajo del compositor e intérprete italiano Ludovico Einaudi. Es, también, una obra hallada bajo el ya obsoleto cartel de “New age”, es decir, en el cajón de sastre donde se amontona todo aquello que no es fácilmente catalogable ni muchas veces vendible.

Ludovico Einaudi -Torino, 1955- forma parte de los músicos que habiendo sido cultivados en el academicismo han derivado hacia otras vías más eclécticas. Así, su estilo fluctúa entre el post-romanticismo y la música de ambiente. Esta dualidad que perfuma el conjunto de su obra se ve acrecentada cuando las piezas son compuestas e interpretadas únicamente al piano. La suavidad melódica, los largos silencios y los calmos arrebatos rítmicos componen la particular paleta con la que pinta su obra. Tal vez  por ello haya sido elegido -y premiado- en la composición de bandas sonoras tanto para el cine como para la pequeña pantalla.

Divenire nos brinda la oportunidad de disfrutar de un minimalismo sugerente como las gotas de lluvia en un cristal -”Monday”-. De recuerdos del tiempo a ritmo de metrónomo -”Andare”-. De ensoñaciones románticas perfumadas de nocturno -”Oltremare”-. De homenajes a grandes bandas sonoras -”Uno” o “L’origine Nascosta”-. De orquesta de cuerdas desatadas en un climax “à la vénétienne” -”Primavera”-. Y, también, de leves loops electrónicos que más parecen el eco del alma del artista sobre su propia obra que una base rítmica -”Ascolta”-. Estos son y así son algunos de los preciosos -y preciosistas- paisajes sonoros que estos días podemos disfrutar entre nuestros fogones. Una belleza tan arrebatadora como etérea.


milhaud

Leonard Bernstein & Orchestre National de France – Darius Milhaud & The Concert Arts Orchestra : Darius Milhaud: Orchestral Works

Darius Milhaud 1892/1974- fue uno de esos músicos visionarios que partiendo de una formación clásica supo ver -y escuchar- más allá sin complejos ni prejuicios. Y, sobre todo, supo no caer en ninguno de los maximalismos reduccionistas en los que todas las nuevas corrientes acaban desembocando. Fue, en cierto modo, un curioso siempre dispuesto a dejarse sorprender, con plena capacidad para asimilar todo lo novedoso y, sobre todo, con la suficiente visión como para no tomarse demasiado en serio ni a sí mismo ni a cuanto le rodeó.

Milhaud formó parte del heterogéneo “Grupo de los Seis” -Les Six- apadrinado por Erik Satie. Coqueteó con el atonalismo y el politonalismo, con la música folclórica brasileña y con el jazz, con la ópera, la música de circo, el ballet, la música de cámara y las bandas sonoras para la recién nacida industria cinematográfica -musicando films de autores como Buñuel, Renoir, Siodmak, Malraux o Resnais-.

De su extensísimo catálogo de obras -fue, también, uno de los compositores más prolíficos del siglo XX– he seleccionado esta recopilación titulada genéricamente «Orchestral Works» en la que, a través de su batuta y la del incomparable Leonard Bernstein, nos brindan las brillantes pinceladas del ballet «La Creation du Monde»1923– pleno de aromas de jazz, el simpático y surrealista ballet «Le bœuf sur le toit»1920– y la incomparable y tropical “Saudades do Brasil” -1920- originalmente creada para piano solo. Una primera y sutilmente enérgica aproximación a la siempre chic playa carioca que, unos años más tarde, el delicioso talento de Jobim y de Moraes nos redescubrirán a través de su “Garota”.


pasiellopulcinella

Antonio Florio & Capella de’Turchinni / Giovanni Paisiello:Pulcinella vendicato

Si bien hoy en día Giovanni Paisiello es autor prácticamente desconocido, en su tiempo fue uno de los más afamados -y prolíficos- autores operísticos. Su extenso catálogo cuenta con más de 90 obras, entre las cuales podemos destacar la primera versión jamás escrita de “Il barbiere di Siviglia” –1.782-, “La Molinara”, sobre un tema de la cual -”Nel cor più non mi sento”Beethoven escribiría diversas variaciones, o su versión de “La Serva Padrona” –tras cuyo estreno se enfrentaría con Pergolessi, quien le acusó de plagiario, del mismo modo que años más tarde Paisiello lo haría con Rossini por la versión de éste último de “Il barbiere”-. Todos ello visto hoy en día resulta bastante buffo, muy napolitano y muy rococó y no demasiado extraño a los usos y gustos actuales.
El hecho es que Paisiello fue uno de los primeros músicos claramente encaminado a los nuevos sonidos que tras el barroco -o durante sus últimos coletazos- ya apuntaban hacia el clasicismo que explotaría definitivamente con Haydn, Mozartconfeso admirador de Paisiello– o Beethoven.
Este es, a grandes trazos, el autor. La pieza de la que estamos disfrutando estos días pertenece a una de sus obras menos conocidas, recientemente grabada y que resulta una verdadera delicia para quienes disfrutamos también de la ópera menos seria y más concreta -apenas una hora y cuarto-. Pulcinella vendicato es una delicia cómica, de argumento clásico en la comedia dell’arte; dos parejas de distinta extracción social se mezclan, pero no revuelven, hasta que una intervención esotérica devuelve la sensatez y el orden a los desmandados. Todo ello ilustrado con personajes arquetípicos, situaciones de confusión y una música de claras reminiscencias populares que hacen de esta pieza un verdadero festín incluso para los no iniciados.

Y ya solo queda comentar que la grabación que escuchamos está dirigida por Antonio Florio, cuenta con Giuseppe de Vittorio y Roberta Invernizzi en sus papeles principales arropados por la Capella de’Turchinni y está disponible en el sello Naïve dentro de su colección Opus 111.


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Franco Battiato / Apriti Sesamo

Estos días nos acompaña el maestro Battiato con su nuevo trabajo titulado Apriti Sesamo. Una obra mayor del genial siciliano, a la altura de sus mejores composiciones, basada en sonidos limpios, variaciones complejas y, como es habitual, aderezada con textos llenos de filosofía, conocimiento y una cierta nostalgia crepuscular -por ejemplo los fabulosos Testamento o Quand’ero giovane-. Quizá la voz otoñal del maestro -ya raya la setentena- comience a flaquear, pero su espíritu, su agudeza e ingenio y su habilidad para hacer parecer simple lo complejo permanecen intactas. Y que así continúe por muchos años.

[Dentro de unos días verá la luz su nuevo trabajo, esta vez acompañado por Antony Hegarty -de Anthony and the Johnsons- y que, bajo el título de “Del suo veloce volo”, recoge la actuación conjunta de ambos – acompañados por la Filarmónica Arturo Toscanini- en la Arena de Verona el pasado 2 de septiembre.]


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Yuri Temirkanov & Orquesta Filarmónica de Leningrado / Piotr Ilich Tchaikovsky: 5ª Sinfonía

Esta primera semana de fríos invernales buscamos el reconfortante calor del romanticismo a través de una de sus más hermosas obras; la 5ª Sinfonía de Tchaikovsky, la de la doliente belleza. Una de mis sinfonías favoritas que encierra en sí misma todo el dolor, la belleza, el desencanto y también la esperanza de un atormentado autor en un difícil momento de su vida. La versión que escuchamos, a cargo de Yuri Temirkanov y la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo -todavía Leningrado en el momento de la grabación- es simplemente magistral. Todo un «must» para cualquier aficionado .


NationalTrouble

The National / Trouble will find me

La segunda entrada de sección está dedica a unos de los más interesantes grupos de pop adulto –curiosa etiqueta– del otro lado del Atlántico; The National. Música intensa, batiente y con un cierto aire de nostalgia rítmica de los 80’s. Contemporáneos, melódicos, intensos, profundos y domesticados en su salvajismo. Así suenan en este su nuevo trabajo que acaba de ver la luz –Trouble will find me– y que dará para muchas horas de disfrute.


BendelHaydn

Alfred Brendel / Haydn: 11 Piano Sonatas

Primera entrada en la alacena; el maestro Brendel interpretando al más clásico de los clásicos: Franz Joseph Haydn, amigo -rival y, al mismo tiempo, admirador-  de Mozart, compañero de Salieri, maestro de Beethoven y, tal vez, el último de los músicos del mecenazgo y de «l’ancien regime». Irrepetible y lamentablemente olvidado para la mayoría. Sus 11 sonatas para piano son un testimonio vivo de la época en la que un mundo acababa y comenzaba otro. Todo ello armónica y suavemente, como se  veía desde el palacio de los príncipes de Esterházy.