
Después de tantos días –o semanas– de cocina y productos pegados a la tierra y sus estaciones me apetecía darme un pequeño baño de aromas y sabores exóticos para recordarme, ante todo, que hay otros mundos y otras cocinas. Es por ello que he recuperado –y os anoto a continuación– una vieja receta que hacía tiempo no ponía en práctica y en cuyo recorte, ligeramente ajado por el tiempo, se puede leer una débil anotación: «MB-R». Como dudo que dicha anotación tenga que ver con mi apreciado Martín Besategui o con Mercedes Benz, he de concluir –y concluyo– que quiere decir «muy buena, repetir».

Así pues, una vez reunidos los ingredientes, que no son muchos como veréis a continuación pero tampoco demasiado habituales, nos ponemos manos a la obra. Preparamos la receta –con sus inevitables variaciones y/o ajustes debidos al momento y estado-, pasamos a la mesa y… en resumen os diré que he vuelto a guardar el recorte, esta vez añadiendo otra letra «M» delante –muy-muy buena, espero recordarlo– y procedo a anotarla y hacerla pública. Confío en que, si os animáis a prepararla –es sumamente sencilla de elaboración– os guste y la disfrutéis tanto como nosotros. Vamos con la lista de ingredientes;
- Un kilo de Mejillones –pueden ser atlánticos o de roca según nuestro gusto y/o disponibilidad-.
- Una buena cucharada sopera de Curry –más o menos, en función del gusto de cada uno y de la fuerza de la mezcla-.
- Una Cebolla blanca mediana.
- Un vaso de Vino Blanco afrutado –un Chardonnay por ejemplo-.
- 200 mililitros de Leche de Coco –si preferís un sabor menos exótico o dulzón, puede ser sustituida por unos 100 mililitros de nata-.
- Unos 50 gramos de Mantequilla.
- Sal y Pimienta al gusto.

En esta ocasión y para acompañar los mejillones he preparado una mezcla de arroces en cocción pilaf –salteado antes de cocer-:
- Un vaso de Mezcla Arroces –Basmati, Rojo y Salvaje-.
- Un diente de Ajo.
- Una hoja de Laurel
- Tres cucharadas de Aceite de Sésamo.
- Sal y Pimienta al gusto.
Comenzaremos por lo más tedioso que, obviamente, es limpiar cuidadosamente los mejillones. Los lavamos, quitamos las barbas rotando el mejillón y, por último, rascamos los caparazones para retirar cualquier elemento extraño. Dejamos escurrir aparte.

Tomamos una cazuela, la fondeamos con el aceite de sésamo y cuando comience a tomar temperatura –burbujeará– le añadimos el diente de ajo sin su germen y picado en tiras. Cuando los ajos comiencen a tomar un ligero color dorado incorporamos el arroz –previamente lavado en agua fría– y lo rehogamos removiendo durante un par de minutos. Salamos suavemente, añadimos la hoja de laurel partida en dos, agua equivalente a cuatro veces el volumen del arroz y llevamos a ebullición. Cuando comience a hervir, bajamos el fuego a la mitad y dejamos cocer suavemente durante unos 40 minutos, hasta que resulte hecho, pero ligeramente «al dente» –el tiempo y el volumen del agua varían en función del tipo o tipos de arroz. Los que he empleado en esta ocasión son integrales de cocción lenta-. Una vez finalizada la cocción reservamos hasta el momento de emplatar o servir.

Mientras tanto, y en otra cazuela amplia, fundimos la mantequilla e incorporamos la cebolla finamente picada junto con un poco de sal y pimienta. Cuando comience a transparentar incorporamos el vaso de vino y dejamos cocer el conjunto unos 5 minutos a fuego medio. Agregamos los mejillones, tapamos y dejamos cocer durante unos 5 minutos –7 si los mejillones son del tipo atlántico-. Una vez transcurrido el tiempo y ya con los mejillones abiertos -los que hayan permanecido cerrados los desechamos– los sacamos de la olla y los reservamos.

Filtramos el líquido restante con la ayuda de un colador fino y lo pasamos a otra cazuela amplia incorporándole la cucharada de curry y la leche de coco –o la nata-. Mezclamos bien con la ayuda de unas varillas y dejamos que el líquido hierva suavemente hasta que reduzca su volumen a la mitad –aproximadamente-. Por último, volvemos a introducir los mejillones en la salsa ya reducida y damos un golpe de calor al conjunto durante un par de minutos a fin de calentar y mezclar bien todos los ingredientes.

El plato está listo. Podemos emplatar una ración de arroz sobre la que colocaremos unos mejillones y naparemos con su propia salsa, o bien servir los mejillones en su cazuela y el arroz en un bol de presentación aparte. En cualquier caso, el resultado es una exótica combinación de aromas de tierras orientales –curry, sésamo, arroz– con la salinidad carnosa de los mejillones y el aroma y ligero dulzor de la leche de coco. Acompañamos el plato con un vino de características similares al que hemos empleado en su elaboración para que aporte un poco de frescor frutal y floral a nuestra preparación.
Y esto es todo. Una vez más hemos llegado al final de la receta, así que solo me resta –como de costumbre– desearles que ustedes la disfruten y… bon appétit!
Etiquetado:Arroz, Cebolla, Especias, Mantequilla, Mejillones, Vino
Seguro que esto esta de muerte lenta… la combinación de sabores es perfecta el curri, el coco… ohh Dios!!! cada día te superas!!! Me he permitido dejarte un dardo en mi blog… un beso!
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Muchísimas gracias Ligia! Es una buena combinación y una sabrosísima entrada o plato principal si la acompañas con un arroz -o unas patatas al vapor-. Voy volando a por el dardo 😉 besitos
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