«Si es tan fácil, no puede ser tan bueno. Si es tan bueno, no puede ser tan fácil». Cuántas veces nos hemos encontrado ante una reflexión de este tipo. Y tal vez sea un hábito adquirido que nos incita a pensar que la complejidad es la base de la excelencia. O tal vez sea la lectura de maravillosas preparaciones que, en realidad, son seis, ocho o diez recetas previas que terminan desembocando en algo único y exquisito –si bien la complejidad tampoco garantiza el resultado-. Bonito tema para la sobremesa. Los más fieles de mis lectores saben que hace unas semanas tuve la grandísima fortuna de poder pasarme y disfrutar de ese emblemático lugar astur que es Casa Gerardo. Hacía ya muchos años que no lo visitaba y, por…