Un frío, largo y lluvioso fin de semana. Un día que más que otoñal parece de pleno invierno. Un martes que sigue pareciendo lunes. En fin,  un día como hoy debió de inspirar la conocida canción «hoy no me puedo levantar». Menos mal que la cocina tradicional es capaz de reconfortarnos con platos sencillos, casi milagrosos, como esta sopa de ajos.

Si bien los ingredientes tradicionales de la receta son tan básicos como el pan seco, los ajos, un poco de aceite y agua, la variante que acostumbro a preparar es un poco más energética y completa. Es por ello que acostumbro llamarla sopa «levántate y anda»; ideal para los días de frío que nos están tocando o para las mañanas en las que no tienes muy claro dónde dejaste el coche.

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Vamos con los ingredientes que necesarios para la elaboración de este reconfortante prodigio culinario:

  • Un Pan de Sopa -sopako- o, en su defecto un pan seco, que lleve unos días en casa y que está bien cocido -tostado- para evitar que se deshaga en exceso-
  • Una Cabeza de Ajo.
  • Unas puntitas de Jamón -o de panceta bien curada-.
  • Un puñado de Champiñones medianos –los congelados enteros, una vez bien escurridos, son una excelente alternativa-.
  • Una cucharadita de Pimentón de la Vera.
  • Un par de Huevos frescos.
  • Un litro de Caldo de Avecasero o envasado-.
  • Medio litro de Agua.
  • Una Guindillapimienta Cayena- o, en su defecto, una punta de pimiento picante.
  • Aceite de Oliva Virgen Extra.
  • Sal y Pimienta al gusto.

Comenzamos por pelar los ajos, los partimos por la mitad -acostumbro a retirar el germen- y los laminamos. Picamos, no demasiado finamente, el jamón, los champiñones y el pimiento picante o la Cayena.

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Tomamos una cazuela amplia, la fondeamos con un poco de aceite de oliva y salteamos suavemente los ajos, los champiñones y el pimiento picante teniendo mucho cuidado de que no se doren o quemen, ya que esto arruinaría la sopa. Mientras tanto -y sin dejar de vigilar el salteado-, cortamos el pan en rebanadas o trozos finos.

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Una vez listo el salteado -cuando los ajos tomen un ligero color dorado- incorporamos el pan y dejamos que se sofría lentamente con el resto de los ingrediente. Transcurridos un par de minutos incorporamos el caldo, el agua y la cucharadita de pimentón. Respecto a la cantidad de líquido -caldo y agua- he de aclara que prefiero la sopa de ajo más bien líquida, pero para quienes prefieran un resultado más consistente les recomiendo reducir la cantidad de ambos proporcionalmente. Subimos un poco el fuego y dejamos que el conjunto hierva suavemente durante unos 20 ó 25 minutos.

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En este punto la sopa está prácticamente lista. Comprobamos y rectificamos -si fuera necesario- el punto de sal y, en el momento de servir, añadimos los huevos ligeramente batidos -en un bol aparte- que se cuajarán removiéndolos gracias a la temperatura de la sopa.

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Emplatamos una buena dosis de sopa para cada comensal, la acompañamos de un buen trozo de pan de pueblo y un vasito de vino joven -vino del año, a ser posible- y veremos nuestros fríos, penas y males desapareciendo al mismo ritmo que la sopa de nuestro plato -en caso contrario es recomendable repetir con una segunda dosis-. Bon appétit!