
Esta es mi aportación a la Edición de Abril de 2017 del Juego de Blogueros 2.0 que dirige y organiza nuestra amiga Mònica desde su Blog Dulcedelimón. Podéis deleitaros con el resto de recetas de esta edición, dedicada al Kiwi, en los blogs que escriben nuestras amigas y amigos:
- Laura y Samuel de Aglutina2
- María José de Aquí se cuece jugando
- Carlota de Art i Cuina
- Elvira de Así se come en Granada
- Ana María de Azucarito de Ana
- Carabiru de ¡Birulicioso!
- Mònica de Dulcedelimón
- Inma de Entre 3 fogones
- Cristina de De Kooking
- Ligia de Los dulces de Ligia
- María de Mins Cocina
- Noelia de Noestevez’blog
- Maribel de Picoteando ideas
- Neus de Rorosacabolas
- Natalia de Sabores de Naty
- Maryjose de Tapitas y postres
- Silvia A. de Unapizcadena
Naderías.
La decisión más complicada referida a esta edición del Juego de Blogueros que he tenido que tomar no ha sido qué receta elaborar –algo que tuve claro desde el primer momento– sino el participar o no. Me explico.
No tengo nada en contra del kiwi –cosa anodina y sosa donde las haya-. El problema es que tampoco tengo nada en su favor. Me resulta, simplemente –y nunca mejor dicho-, un producto absolutamente insignificante, prescindible y con un recorrido que difícilmente va más allá de tartas y tartaletas –casi siempre como decoración-, algún batido –smoothie que dirán los modernetes– o helados –batidos fríos al fin y al cabo-. Espero que mis audaces compañeras y compañeros del Juego me saquen de mi –probable– craso error.

Si a ello le sumamos que nos encontramos en plena temporada –de las de verdad; kiwis hay todo el año-, con nuestros campos, huertas y mercados llenos de sublimes productos –tirabeques y guisante, habitas y alcachofas, espárragos y acelgas-, frutos tradicionales de nuestras tierras y el trabajo de nuestras gentes, creo que os podéis hacer una idea sobre el por qué de mis dudas a la hora de participar.
Para acabar con esta ego-diatriba anti-kiwi; el argumento de lo saludable que resulta nuestra «amada» fruta del mes no me sirve. Es un argumento igualmente aplicable a cualquiera de las verduras y hortalizas –esas y otras muchas– que he citado poco antes. Vamos, que me siento encantado y verde como un kiwi, así que dejemos estas naderías y pasemos a la parte más amable y pacífica de esta historia.
Fusión Pacífica.
La idea para la receta de este mes me surgió en el mismo instante en el que conocí el fallo –nunca mejor dicho– de las votaciones. Es involuntario pero siempre asocio el kiwi –a pesar de ser una fruta dulce en su momento– con la acidez. Debe de ser porque la mayoría de las veces éste es su rasgo más representativo. Así que, de acidez en acidez, el camino estaba claro; aprovechar esta característica como base para la elaboración de una receta en la que ésta sea la fuente de cocción.
Tras desestimar diversas variantes en forma de escabeches, vinagretas, maceraciones y algún acercamiento a la cocina Thai, el camino quedó despejado; nos vamos hasta el océano que, tal vez, mejor ha fusionado diversas culturas lejanas –historica y también geográficamente– hasta convertirlas en símbolo identitario y base de una cocina en pleno auge, admirada, reconocida, respetada y, sobre todo, aclamada tanto por gastrónomos como por nutricionistas. Cazuelas y cuchillos a la maleta; nos vamos al Perú.

Y qué mejor compañero de viaje para esta nueva aventura virtual y gastronómica que mi admirado –y admirable– Gastón Acurio y su espléndido compendio de la cocina peruana tradicional y actual que es su hermosísimo libro «Perú» –terminaré por llamar a estas incursiones de gastro-lecturas «El sabor de la letras»-. A través de él nos sumergimos en un mundo novedoso lleno de ceviches y tiraditos, pisco sour y suspiros limeños, anticuchos y pulpos al olivo entre otros mil productos y elaboraciones más por descubrir y disfrutar. Cuánto placer y cuánto por aprender en unas páginas que invitan a cocinar y viajar, como si ambas cosas no fueran, en realidad, una sola.
Dejaré a las mentes más inquietas que descubran y disfruten –otra vez dos palabras para una misma idea– el libro y me limitaré a comentar la naturalidad –en todos los sentidos– de una cocina que puede hacer y hace gala de sus pasados –y sus productos, modos y maneras– precolombinos, hispanos, criollos y asiáticos fusionados sutilmente en lo que hoy podemos disfrutar como una de las más grandes cocinas y despensas del mundo. Viva Perú, carajo!
Los Diez Mandamientos.
Según el maestro Acurio hay que respetar siempre un decálogo de normas para la correcta elaboración de un buen ceviche o, como en este caso, un tiradito –la diferencia entre ambas preparaciones es el tipo de corte que se aplica al pescado; en taquitos o tiras en el primer caso y en filetes para el segundo-.
Estos son, en resumen, los Diez Mandamientos para comenzar a preparar un tiradito –o ceviche– en condiciones:
- No hay pescado malo; todos los pescados valen siempre y cuando estén muy frescos.
- Dialogar con el pescado; cada variedad de pescado demanda un corte distinto.
- Al reencuentro del pez con la sal del mar; sazonar siempre el pescado generosamente con sal marina.
- Aromas de ají, no dictadura del ají; cortar ají –pimiento o guindilla– fresco y aromático y frotar el recipiente del pescado.
- Del limón, sólo su corazón. Sólo los primeros jugos, la piel blanca interior aportara un sabor amargo que puede acabar con el plato.
- Cebollas rojas, siempre, nunca blancas, y solo las capas más internas.
- Ni cocido ni marinado; crudo y acariciado. Nada de horas de marinado, un toque es suficiente.
- Siempre frío; ni tibio, ni helado.
- Con cuchara, siempre. El pescado y el jugo son una pareja inseparable que deben llegar a la boca a la vez.
- Que viva la leche de tigre. Y que viva la libertad de los sabores y variaciones.
Y, la verdad, es que una vez leído este decálogo poco más se puede añadir a una receta que es esencialmente sencilla, popular y deliciosa. Diez mandamientos deberían de estar grabados en la cocina –y el corazón– de cualquier aficionado y cuya omisión habría de ser penada por siempre jamás. O casi.
Leche de Tigre.
Lo primero, que nadie se asuste por el nombre ya que, en realidad, no se trata de ningún lácteo, ni proviene de ningún felino. Tras este terrífico nombre se esconde una deliciosa preparación que puede ser ingerida como refrescante reconstituyente y cuyos efectos –al parecer– son tan sorprendentes que le han granjeado su agresivo nombre. También es la mezcla con la que se marina –acaricia– el pescado para convertirlo en un tiradito o cebiche.

Se trata, en realidad, de una interesantísima mezcla de zumo de limón -o lima- con caldo de pescado, algunas hierbas y verduras junto con trocitos de pescados y mariscos. Todo ello se tritura hasta obtener un líquido denso que, gracias a su acidez, cocerá el pescado. Ese es el secreto de la preparación –o, al menos, uno de ellos-.
Aventuras y desventuras del Ají Limo.
He intentado por todos los medios conseguir este ají –chile o pimiento, técnicamente «Capsicum chinense» o también Aji Limo, Ají Mochero, Ají Lima– pero en esta pequeña ciudad provinciana en la que tengo la fortuna y desgracia –va por días– de sobrevivir, ha resultado imposible. Imposible hasta el punto de optar, finalmente, por plantar unas matas en una maceta para poder disfrutar –el año que viene, supongo– de lo que, en realidad y según he leído –y degustado en Tanta de Barcelona-, es uno de los grandes secretos para transformar un buen tiradito –o ceviche– en un plato memorable.
Como suele ser habitual, la impermeabilidad a ciertos productos gastronómicos, tal vez no muy rentables económicamente –o en conflicto con otros locales, o por simple y puro desconocimiento-, nos priva del placer de conocerlos y degustarlos. Atreverse a imitar o simular sus aromas y sabores a través de otros más accesibles en nuestros mercados es una tarea tan complicada como necesaria.

Por ello he optado por emplear un pimiento fresco y dulzón, mezclado con una guindilla seca ligeramente picante y un poco de polvo de pimiento de Espelette –producto del País Vasco Francés– que aporta un leve toque mineral y nasal. El resultado es agradable, no muy agresivo y satisfactorio, a mi entender, para el conjunto de la receta.
Para terminar con esta larga introducción solo me falta comentar que comienzo la receta con la preparación de un sencillo caldo –o fumet– de pescado que podéis preparar rápidamente o bien sustituir por uno congelado previamente elaborado –un excelente sistema– o, si no hay más remedio, por un envasado de calidad. Vamos con la lista completa de ingredientes.
Para el Caldo de Pescado:
- Una Cabeza y Espina de Merluza.
- Media docena de Cabezas Gambas –que emplearemos para la Leche de Tigre-.
- Una Cebolla Blanca mediana.
- Un Puerro mediano –solo la parte blanca-.
- Una Zanahoria mediana.
- Una ramita de Apio.
- Una hoja de Laurel.
- Una cucharadita de Semillas de Cilantro.
- Una cucharadita de Pimienta Blanca en grano.
- Sal marina.
Para la Leche de Tigre:
- El zumo de dos Limones.
- El zumo de tres o cuatro Limas.
- Unos trocitos o recortes del Mero que emplearemos para el tiradito –unos 75 gramos-.
- Media docena de Gambas frescas –cuyas cabezas irán al caldo-.
- Un par de anillas de Calamar o Sepia –opcional-.
- Un tercio de vaso de Caldo de Pescado –unos 70 mililitros del elaborado o comprado-.
- Una ramita tierna de Apio.
- Medio corazón de Cebolla Morada –unos 25 gramos-.
- Un par de cubitos de Hielo.
- Un par de rodajas de Pimiento Rojo –tipo Morrón o Entreverado-.
- Media Guindilla seca y picante –al gusto-.
- Una pizca de Piment d’Espelette –o un poco más de guindilla-.
- Unas cuatro ramitas de Cilantro fresco.
- Un poco de Sal marina.
Para el Tiradito:
- Una rodaja de Mero súper fresco –unos 250 gramos-.
- Un Kiwi –sí, al fin salió-.
- Un bulbo pequeño de Hinojo –opcional-.
- Un poco más de Piment d’Espelette.
- Unas gotas de Aceite de Oliva Extra Virgen.
- Sal marina y Pimienta –al gusto y con moderación-.
El Caldo.
Como ya he comentado antes, podéis obviar la elaboración de este caldo pero teniendo en cuenta que una buena base o fondo es, siempre, el cimiento de un buen resultado. Por otra parte como obtendremos aproximadamente un litro de caldo o fumet mi consejo es congelar el resto para otras elaboraciones. Unas cubiteras rellenas de caldo son una excelente ayuda en cualquier cocina que se precie.

Comenzaremos lavando, pelando y troceando la cebolla, zanahoria, apio y puerro. Introducimos en una cazuela las verduras junto con las espinas y cabeza de pescado y gambas –que podéis pedir a vuestro pescadero y tener congelados– y los aromas; laurel, semillas de cilantro y pimienta y la sal. Cubrimos con agua fría –un litro y cuarto aproximadamente– y llevamos a ebullición.
Una vez comience a borbotear, bajamos el fuego y dejamos que hierva lentamente durante unos 20 minutos, espumando cuando fuera necesario a fin de retirar las impurezas. Finalmente dejamos enfriar, colamos con la ayuda de una estameña o súper bag –dos veces mejor que una– y reservamos la cantidad necesaria para seguir con la receta –el resto al congelador-.
La Leche.
Antes de comenzar con la preparación –trabajo sencillo donde los haya– hay que tener en cuenta que la Leche de Tigre no se debe de conservar durante más de tres o cuatro horas hasta el momento de su utilización, siempre herméticamente cerrada y en frío para evitar, en la medida de lo posible su oxidación y la pérdida de sus características aromáticas y saporíferas. Por ello, siempre es mejor prepararla poco antes de utilizarla o bien en el último momento.

Tomamos el vaso de la batidora o procesadora –robot– e introducimos en ella los zumos de limón y lima –sin intentar extraer demasiado líquido para que no amarguen-, los recortes de pescado –mero en este caso-, las gambas, el calamar o la sepia, el caldo de pescado, el apio pelado y sin nervaduras, el corazón de la cebolla morada, una pizca de sal y los cubitos de hielo.

Trituramos todos los ingredientes hasta obtener una salsa levemente consistente y homogénea. A continuación incorporamos los pimientos y guindillas junto con las ramitas de cilantro. Volvemos a triturar, esta vez más suavemente y durante menos tiempo a fin de que se aprecien estos últimos ingredientes en la Leche. Terminamos reservando en un bote hermético y en el frigorífico hasta la hora de preparar y montar el plato.
El Mero.
Ya hemos comentado que esta receta se puede preparar con cualquier clase de pescado –blanco, preferiblemente aunque también puede ser azul y, por tanto, más graso– con la única condición de que sea súper fresco ya que lo serviremos únicamente cocinado –marinado– en los ácidos de la Leche de Tigre.
Limpiamos la rueda de mero de pieles y espinas, aprovechamos los recortes de las puntas para la preparación de la Leche y reservamos los trozos más grandes y compactos para la receta. Con la ayuda de un cuchillo fileteador –largo y de hoja estrecha– y con la hoja bien mojada –un truco esencial para no romper la carne y que se deslice mejor– vamos extrayendo unos filetes tan finos como podamos, procurando que sean de tamaño similar.

Los depositamos sobre un papel film, salamos ligeramente y reservamos al frío hasta el momento final. Para terminar laminamos muy finamente tanto el kiwi como el bulbo de hinojo –opcional– y filmamos las láminas que reservaremos al frío. Vamos con el montaje.
Acabado y presentación.
Enfriamos con un poco de hielo un bol de cocina y lo aromatizamos ligeramente frotando un trozo de pimiento o guindilla –o ambos– en sus paredes. Introducimos en él una primera tanda de filetes de mero y media docena de cucharadas de Leche de tigre. Removemos con cuidado –un leve vaivén puede resultar suficiente para no romper la carne– durante un par de minutos aproximadamente y extraemos los filetes a una bandeja de trabajo.
Tomamos un plato de mesa y colocamos alternativamente en su centro filetes de mero y las finísimas rodajas de kiwi hasta completar una ración. Repetimos tantas veces como sea necesario. Tomamos las láminas de hinojo, repetimos la operación de mezclarlas con la leche de tigre y las reservamos en la bandeja.

Colocamos una de estas láminas de hinojo en un lateral del plato y terminamos mojando el tiradito con otra cucharada de Leche de tigre, unas gotas de aceite de oliva y un leve pellizco de pimiento de Espelette y sal marina. Alternativamente podemos completar la decoración con tiras de cebolla morada cruda. Servimos inmediatamente.
La deliciosa y refrescante receta, fruto de la fusión de múltiples influencias y productos, compagina la acidez de los cítricos con los aromas intensos y también refrescantes del cilantro y la cebolla y la rotunda y, al mismo, tiempo suave textura de los filetes de pescado. El kiwi aporta un toque de color y acidez crujiente complementaria –y, tal vez, un cierto dulzor– que redondea el plato. Ya solo falta regalarse con esta delicia venida de más allá de los océanos próximos y lejanos. Esto ha sido todo por este mes. Esperamos que ustedes lo disfruten tanto como nosotros y, mientras tanto… Bon appétit!
Doy gracias al cielo de no haber preparado un ceviche con kiwi, que fue de las primeras cosas que se me vino a la cabeza, porque me habrías dejado por los suelos, jajaja. Qué recetón, me encantan los tiraditos y el tuyo, de verlo en una carta de restaurante, seguro que habría acabado en mi mesa. ¡Gracias por compartirlo!
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Y yo me alegro un montón de haber coincidido contigo en la preparación o, al menos, en la idea 😉 Como ya sabes, es una receta muy sencilla, deliciosa y súper fresca y refrescante. Así que en cuanto empiece a hacer calorcito –ahora mismo está diluviando– repetiremos. Muchas gracias por la visita y tu comentario.
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Tengo que aprender a coger papel y lápiz antes de ponerme a leer tus entradas, porque siempre aprendo un montón de cosas, La receta me parece magistral, el kiwi no se puede quejar, le has dado un acompañamiento de lujo 🙂 Besos Antxon!
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Jajaja! Muchas gracias Neus. Ya sabes que el kiwi y yo jamás podríamos ser pareja ni de hecho ni derecho 😉 En fin que aporta un toque, sobre todo algo más de acidez y color, a la receta y ahí está bien. Mejor no volver a tocarlo, salvo para desayunar. Muchas gracias de nuevo, perdón por el retraso y +besitos!
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Gran receta, excelente libro!
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Muchísimas gracias, veo que compartimos algunos buenos vicios 😉 Un saludo!
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Antxon en cuestiones de naderías, debo decir que por aquellas latitudes muchas frutas y verduras de temporada del verano… por estas latitudes no se ven, (siendo vecina de las tierras que te inspiran en este plato y viviendo por cerca) llego feliz viendo esta maravillosa entrada que has hecho, luego de tu sinceridad y desahogo con la fruta elegida, que bien puede ser insignificante y prescindible, como muchas otras… creo que mejor pasamos a la fusión Pacífica e incluso Caribeña y de la la solución a tu gusto por esta fruta.
La receta que traes es muy cercana a mi cultura, me identifico montones con este tipo de comida, si se trata de ceviches que aunque a muchas personas no les gusta y aborrecen los peces crudos (cosa que se respeta pero no se comparte, como todo..) en lo que respecta a mi gusto los amo, con todos los pescados que te encuentres que por Colombia es más fácil encontrar corvinas y en ceviche son la locura, ya aquí en Brasil la cosa se complica y más si vives al interior de este país donde todo es inmenso… pues te digo que toda la explicación con los mandamientos del ceviche, la rica leche de tigre, la explicación de los cortes con el tiradito y el ceviche, en fin todo me gusta, así como la manera en que nos transmites tu conocimiento y pensamientos. Y creo que de eso se trata este juego de blogueros, en donde siendo una completa novata en el juego, creo que se aprende montones y se comparte y se desahoga también, siempre con respeto claro esta. Así que te felicito por esta receta que me fascina, fresca y rica, y como me encantan las cosas ácidas que para mi el kiwi resulta inofensivo en ese aspecto y que tengo que mezclarlo para que resulte potente con maracuya y limón ^_^ creo que es un acierto tu receta, .
Un abrazo
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Agradezco de sobremanera tu comentario Natalia sobre todo –pero no solo– por tu como bien dices, proximidad con la receta. Es cierto que los ceviches de corvina son particularmente deliciosos pero, por estas tierras, es un pescado no demasiado frecuente y ante la elección de uno u otro, he preferido decantarme por otro pescado blanco, de carne bien dura y, sobre todo, muy-muy fresco.
Y, por supuesto, también para mi este Juego es principalmente un foro de intercambio de ideas, experiencias, conocimientos y, por qué no, algún que otro que otro desahogo y desvarío 😉 Sorprendidísimo me dejas con tu afición a los ácidos, pero que muy ácidos; para mi ese es un campo aún por tolerar y descubrir.
Muchísimas gracias de nuevo por tus comentarios, perdón por la demora en la respuesta y un abrazo!
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Madre mia!!! que increible receta. Muchas felicidades!!! 😍
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Muchísimas gracias Ana, me alegra que te haya gustado 😉
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Jijiji, ainsss, ¿Qué te digo,amigo???
Bueno, nos centraremos en la receta, que es sublime. Leerte es todo un placer, me la he guardado en evernote de por vida 🙂
Y mil gracias por ayudarme con la mía, pues es gracias a ti que estoy este mes rodeada de kiwi.
Un abrazo amigo 🙂
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Muchas gracias Inma! La verdad es que como mi receta vino casi sola –me temo que, sobre todo, por no querer dedicarle al kiwi (argh!) ni un segundo más de lo estrictamente necesario– fue un placer, además de un honor, poder colaborar en la tuya. Dos retos en uno y con el kiwi (argh!) por medio, qué más se puede pedir! 😉 En serio, muchísimas gracias por todo, perdón por el retraso –ya sabes cómo ando últimamente– y +besitos!
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Jajajaja , inolvidable kiwi argh …
Tú nunca llegas tarde , porque siempre eres bienvenido .
Besitos !
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Que viaje mas maravilloso!! Además de haber logrado dar sentido al kiwi en un plato, sin simplemente «tirarlo» por encima para que cuele en el objetivo del juego. Me gusta tu estilo Antxon, ya lo sabes y como desconocía los tiraditos y sus diez mandamientos y el proveso de elaboración de la leche de tigre… pues tres cosas nuevas (ni mas no menos) qie me llevo a casa hoy!! Un besote.
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Jajaja! Muchas gracias Noelia! La verdad es que algunas ganas de tirar el kiwi por ahí sí que tuve. Imagínate poder cocinar para cuatro con un sola fruta, no te cuento más 🙂 Y no dejes de probarlo que es un modo sencillo y estupendo –y muy-muy fresco y refrescante– de disfrutar de un buen pescado fresco, y de prácticamente cualquiera. Muchas gracias de nuevo por tus comentarios, disculpa el retraso en mi respuesta y +besitos!
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Bueno Antxon, no sé ni que decir. El mismo día 30 leí tu receta y como siempre me quedé alucinada. Hasta hoy no me sentado a ver las aportaciones del resto de participantes y he vuelto a releer tu propuesta. Simplemente genial, eres un artista y aprendo contigo en cada reto. Gracias.
Bss
Cristina
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Muchísimas gracias Cristina por tus comentarios. La receta es, en si misma, de una sencillez casi vergonzosa –vale, digamos que proviene de la cocina popular y no podría ser de otro modo– pero el resultado, para cualquier buen amante del pescado, es espectacular. Parece mentira el nivel al que se puede llevar un buen pescado fresco con un poco de ácidos, picantes y verduras. Todo un acierto a seguir descubriendo 😉 Muchas gracias de nuevo, perdón por el retraso y +besitos!
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Antes que nada tengo que decir que al leer el decálogo del ceviche se me ha caído el alma a los pies. ¡Tengo uno en el blog y creo que infringe casi todas las reglas!
Pero pasado el espanto, me ha entrado una alegría enorme al ver que sin ser un ingrediente que te guste, te has sacado de la manga una receta deliciosa y que creo que voy a probar pronto.
Como siempre, muchas gracias por tus deliciosas aportaciones al reto, con las que siempre aprendo algo.
Besitos
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Jajaja! Muchas gracias Mónica, pero ya sabes que las normas, en realidad, se escriben para poder incumplirlas –sino no haría falta ni escribirlas– 😉 Y, curiosamente, estas normas las he sacado de una entrevista que le hicieron al maestro Acurio, no de su libro de cocina «Perú», por lo que en alguna que otra preparación hay –digamos– alguna «transgresión» de la mismas. Un placer como siempre poder contar con tus comentarios, opiniones y apoyo. Muchas gracias de nuevo, perdón por el retraso en la respuesta y +besitos!
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Exquisito Antxon, soy amante de la buena cocina peruana, y tu tiradito tiene una pinta espectacular. Aquí en Tarragona sí que encuentro ají y la verdad es que el sabor es… especial, delicioso, ya lo sabes! Justo hace una semana me regalaron unos y ayer decidí congelar dos que me quedaban porque no quería que se estropearan… veremos que pasa al descongelar.. que me parece que será esta misma semana para probar tu tiradito… Un beso!
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Muchísimas gracias Ligia! No sabes que envidia me da lo del ají. Recorrí varias tiendas y webs intentando localizar y solo encontré una salsa ya preparada –de aspecto poco fiable– y las semillas que he plantado –aunque tal vez sea un poco tarde– y que espero poder cosechar a finales de verano o el año que viene. Así que tendré que publicar otra receta de aires andinos y en condiciones, es decir con un buen ají y, sobre todo, sin kiwi! 🙂 Muchísimas gracias de nuevo, perdón por la tardanza en responder y +besitos!
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Ufff mírame a mí cuanto he tardado en entrar en el blog de nuevo, si voy por allá te llevo, si vienes por aquí te llevas!!! Tu buscándolos y yo los tengo congelados!!! no encontré el momento de hacer nada con ellos, y no quería que se me estropearan, no sé si estarán buenos al descongelar, pero yo lo he intentado… ya te contaré!
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Jejeje. Muchas gracias Ligia. Qué más quisiera que pasarme unos días por tu hermosa ciudad aunque solo sea con la excusa de los ajis 😉 +besitos!
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Ma-dre-mí-a. Estoy sin palabras.
Esta propuesta tuya es alta cocina, Antxon.
Muchas gracias por sacar algo tan impresionante del kiwi.
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Jajaja! Muchas gracias Carabiru! Para ser realmente sincero te he de confesar que es una de las recetas a las que menos tiempo he dedica en preparar y realizar. Tal vez porque lo tuve muy caro desde el principio o, tal vez, porque llevaba ¡Kiwi! 😉 Muchas gracias de nuevo y perdón por el retraso, procuraré enmendarme!
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Que dolor de cabeza nos ha dado a todos con el kiwi, yo he tirado por lo facil que es hacer un helado jejeje. Como todas tus propuestas, ha sido un placer leerte. Besitos!
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Jajaja! Muy bueno Maryjose!. Reconozco que puede que me haya puesto «un poco» insistente en lo del kiwi, pero es que habiendo tantísimos otros estupendos productos de temporada en nuestras plazas y mercados eso de elegir el kiwi… Vamos, un trauma total 😉 Muchas gracias de nuevo, perdón por el retraso y +besitos!
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Siempre me encanta leerte Antxon pero hoy me has encantado. Me he reido con tus comentarios sobre el kiwi (cosa que ya sabía porque los había leído en facebook) y me he embelesado con la descripción de tu preparación previa y la propia elaboración de este plato. Genial. No soy de ceviches pero hace poco estuve en un restaurante peruano donde lo pude disfrutar y recrearme con la leche de tigre. No descarto prepararlo tal como tú lo has explicado porque queda claro clarito. Un beso, sigue así. Me encantas!!!
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Muchísimas gracias María José! La verdad es que superar el «trauma del kiwi» ha sido bastante complicado, no solo porque sigo pensando que es de una sosez solemne sino por la cantidad de otros buenos ingredientes que hay ahora mismo en nuestros mercados. Y sobre los ceviches, qué te voy a contar. Los descubrí hace unos años y desde entonces, como súper fan de los pescados que soy, me tienen enamorado, de hecho pienso que es una de las maneras más sabrosas y refrescantes de prepararlos, sobre todo ahora que se supone llega el calorcito 😉 Muchísimas gracias de nuevo por tus amables palabras y disculpa mi retraso en responderte, últimamente estoy que no doy para más.
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