Continuamos con la sesión casi monográfica que en estos días estamos dedicando al tomate, esta vez con una receta recogida en las costas gaditanas, patria de mis vacaciones desde hace años, y que combina los sabores de una cocina simple y tradicional con la infalible armonía resultante de la mezcla de los productos de la tierra y el mar. Nada es superfluo, nada es decorativo y el resultado lo agradece; un meloso, aromático y refrescante guiso marinero capaz de hacernos recordar, además del tiempo de vacaciones, los aromas y los sabores más sutiles de nuestro Atlántico sur.