Seduto sotto un albero a meditare / mi vedevo immobile danzare con il tempo… {Haiku / Franco Batiatto}
Hace ya unas semanas que los pequeños y punzantes frutos del castaño cuelgan de sus ramas. Y hace pocos días que han comenzado a caer a tierra, mostrando su sabroso, dulce y tierno fruto; el otoño ya está aquí.
Recuerdo mi niñez, cuando alrededor de la casa familiar crecían abundantes castaños y recoger su fruto era una de nuestras actividades otoñales favoritas. Provistos de improvisados guantes y bolsas de todos los tamaños y colores partíamos a recoger las casi infinitas castañas que cubrían el suelo a modo de punzante y salvaje alfombra otoñal.
Recuerdo, también, las numerosas historias de subsistencia en las que la castaña, humilde y accesible sustituta de la harina, había paliado el hambre en tiempos de penuria de no pocas familias. Pan de castañas, puré de castañas o simplemente castañas cocidas o asadas constituían uno de los pocos aportes energéticos al alcance de cualquiera. Hoy hablaríamos del Marron glacé, de finas láminas crujientes o de aromáticas infusiones. Puede que todo haya cambiado aunque, tal vez, no tanto como a veces pensamos.
Recuerdo, en fin, su reconfortante aroma, sentados junto al fuego, mientras se asaban lentamente en un rústico “danboril” –o tamboril-. Tiempos en los que la televisión y otros ruidos importaban menos y las personas más.
Vuelven el otoño y las castañas. Dejemos que la dulce suavidad de éstos y otros de sus frutos –moras, avellanas, hongos, …– nos acompañen y nos hagan disfrutar de la más bella y serena estación del año.
Etiquetado:Castañas, Fotografía
Uau!Yo también recuerdo mi niñez, y un castaño que me parecía gigantesco en la casa de mi abuela…
Siempre me pinchaba un poco con algunos…
Saludos!
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Muchas gracias! Lo de pincharse es casi obligatorio, aunque lleves guantes!. Hace años que no visito la antigua casa pero, supongo, que los castaños seguirán allí. Aunque a día de hoy es imposible recolectar inocentemente sus frutos como hacíamos; ahora hace falta un permiso y esquivar a los «profesionales» de la recogida. Menos mal que los recuerdos no tributan 😉 Besitos
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Qué bien contado. Parece el principio de una historia donde muchas cosas pueden pasar…me quedo con ganas de leer más …gracias.
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Muchas gracias Inma. Y, de hecho, han pasado muchas cosas desde entonces… seguiré contando 😉 besitos
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