A día de hoy, preparar y presentar esta receta sólo puede significar una de estas tres cosas –o tal vez las tres-. A saber: el hartazgo derivado de las semanas de temporales, fríos, vientos, granizos, nieves y aguas que estamos teniendo «el placer» de disfrutar estos postreros días de invierno. Dos; la necesidad imperiosa de comenzar a disfrutar de las excelencias de la huerta primaveral substanciada en, por ejemplo, espárragos y guisantes entre otras muchas delicias –además del consiguiente incremento de temperaturas y número de horas de luz -. Y tres; las prácticamente nulas ganas de trastear en la cocina de la Srta. Pepis ante la que este prolongado traslado-reforma nos ha abonado y abandonado. En fin. Para todo ello ya falta menos. Y, como menos es más, hoy os propongo una delicada variación sobre la deliciosa y conocida crema…